Nota: Nos permitimos compartir este artículo por el interés que tiene, la autoría y la fuente del mismo están acreditadas, la fotografía es de nuestro archivo familiar.
Manuel Jiménez Pale
En el interesantísimo folleto titulado El café en el Estado de Veracruz (Síntesis monográfica), Colección Popular, 26 (México: Editorial Ruta, 1951), Juan Rebolledo Clement nos da a conocer dos versiones del origen de la cafeticultura en el Estado de Veracruz. La primera se refiere a una leyenda forjada en manuscrito por Mariano Contreras, quien fuera cronista de Coatepec; la segunda es la información sustentada
bibliográficamente por el historiador William H. Ukers.
En su versión personal, que tituló Historia del cultivo del cafeto en el ex cantón de Coatepec, Ver., Mariano Contreras menciona como dato curioso al 16 de mayo de 1808 como el día del desembarco de las primeras matas de café provenientes de la isla de Cuba en el puerto de Veracruz, de donde debían salir inmediatamente hacia Jalapa “para que no se secara la planta”. Anotación que resulta extraña, pues, ¿no era igualmente riesgoso para las plantas el viaje en alta mar?
El relato de Mariano Contreras abunda en detalles pintorescos acerca de la llegada de esas plantas de café a la Hacienda de Zimpizahua, cuyo propietario José Arias se había encargado de hacer el pedido a un amigo establecido en la isla caribeña. Al recibirlo, según el cronista, Arias entrega el plantío al sacerdote don Santiago Contreras, quien tenía interés de comenzar a cultivar café en el paraje de Tecosolco, aledaño a Zimpizahua, el cual acababa de recibir…
Y continúa exponiendo pormenores minuciosos de ese episodio acerca de los inicios de la cafeticultura en su natal Coatepec. Nos habla de que la remesa traía la instrucción de que a cada planta se le hiciese “una casita”; que ya se tenía preparado el terreno para la siembra “con hoyos y majada vuelta tierra”; que los mozos andaban regando “cada dos días” la plantación con agua del arroyo cercano, “haciendo en contorno un círculo como de una vara fuera de la mata”, etcétera.
Como puede advertirse, Mariano Contreras desarrolla un relato que se antoja demasiado detallado para un hecho acontecido durante la época Colonial. Por otra parte, el título mismo que le confiere a su Historia… revela una elaboración relativamente reciente, cuando menos posterior a 1917, ya que la demarcación del territorio veracruzano en cantones estuvo vigente hasta ese año.
Para concluir su narración, Mariano Contreras termina refiriendo un elemento que se conocía en el ámbito de la historia local y que de ninguna manera podía omitir ni desdeñar: la figura del Presbítero Andrés Domínguez, encargado de la Iglesia de Teocelo; aunque escatimándole el mérito de haber sido el precursor y reduciéndolo a un papel complementario dentro de su relato. Mariano Contreras señala:
“El Presbítero D. Andrés Domínguez, después de estar administrando en San Mateo Chichiguela, fue destinado a la administración de Teocelo, y le pidió planta a D. Santiago Contreras para sembrar una huerta y lo estableció en ese pueblo del cantón de Coatepec, de donde se ha esparcido en todo el cantón hasta Cosautlán”…
No pudo pasar por alto este último dato en su “historia”, el cual incluso parecería accesorio; o bien podía haberle abonado al sacerdote Santiago Contreras el mérito de la propagación regional del innovador cultivo. Pero no lo hizo: Mariano Contreras sabía que no debía confinar al olvido el nombre del Presbítero de Teocelo porque al mencionarlo lograría enlazar el relato que se recordaba hasta entonces con su versión propia, y de esta forma allegarse la credibilidad que necesitaba.
¿Qué es lo que relata al respecto William H. Ukers en la página 221 de su tratado Historia completa del café, publicado en los Estados Unidos con el título original All about Coffee (Nueva York: The Tea and Coffee Trade Journal Company, 1922)?
William H. Ukers, investigador anglosajón y por lo tanto desapegado sentimentalmente de esta zona geográfica, se limita a ofrecer una versión histórica cuya objetividad se evidencia en su concisión y sobriedad expositiva. Esto es lo que Uckers supo y nos informa en su obra:
“En el Distrito de Coatepec, que al poco tiempo se hizo famoso en los anales de los cultivos de café mexicano, los cafetos fueron plantados por el año 1808. La historia relata que fueron traídas algunas semillas de la Isla de Cuba por un tal Arias, socio de la casa de Pedro López, propietario de la gran hacienda de ‘La Orduña’, en Coatepec, Ver. Las semillas se entregaron al párroco Andrés Domínguez, quien las sembró cerca de Teocelo, Ver. Cuando se reprodujeron, dio planta a otros agricultores de los alrededores; los cultivos prosperaron y ese fue el origen de las siembras en aquella región del país.”
¿Quién era Andrés Domínguez, este enigmático eclesiástico impulsor de tan visionaria iniciativa agrícola?
El Presbítero don Andrés Domínguez fue Vicario del Pueblo de Teocelo entre los años 1808 y 1817. Le tocó presenciar el heroico levantamiento insurgente, ese “segundo Grito de Independencia Nacional” escenificado en la Plaza Mayor de Teocelo el 13 de octubre de 1811, que vino a ser la primera sublevación independentista surgida en tierras veracruzanas porque puso en movimiento defensivo a las milicias reales, destacamentadas en las inmediaciones de Jalapa. De tal manera que la fecha consignada por Ukers, y a la que desde luego se acogió Contreras, se corresponde cabalmente con la estancia, documentada en archivo parroquial, de este insigne sacerdote en el solar de Teocelo.
Por otra parte, la actitud generosa de Andrés Domínguez, propia de un hombre espiritual, es uno de los rasgos que sustenta con mayor fuerza su papel histórico como el precursor de este cultivo.
En este sentido es imposible que no venga a nuestra memoria la loable labor social y cultural desplegada por el Cura Miguel Hidalgo en los pueblos del Bajío a él encomendados, durante su apostolado religioso: así como el Padre de la Patria enseñaba a sus humildes feligreses la apicultura, la alfarería, la talabartería, la carpintería, el cultivo de la seda y de las vides en busca de mejorarles su nivel de vida, del mismo modo el Vicario Andrés Domínguez, animado por el deseo de ayudar a su grey teocelense a superar la pobreza —imperante en medio de extensos cañaverales y potreros que eran propiedad de unos cuantos criollos, además de esa tajante prohibición virreinal de que el tabaco se cultivase—, concibió la brillante iniciativa de importar el cultivo de aquel grano de origen africano que, se sabía, prosperaba en las Antillas, e implementar así una época de bonanza para este noble pueblo de las montañas centrales veracruzanas…
De tal manera que, como Ukers permite verlo claro, las primeras semillas de café llegaron desde Cuba directamente a manos del Padre Andrés Domínguez valiéndose de las relaciones comerciales de su amigo José Arias, el dueño de Zimpizahua. Es muy posible que en el atrio mismo del templo vicarial de Teocelo don Andrés Domínguez las haya sembrado, las haya visto germinar y se esmerara en cuidar ese almácigo primigenio para luego comenzar a repartirlo entre los vecinos, buscando que en los alrededores de este pueblo diera inicio el gran cultivo que hasta hoy, en medio de tantas vicisitudes, sigue siendo un pilar de sustento económico para numerosas familias, es guardián fundamental del ecosistema en nuestros bosques de niebla, y constituye un emblema de identidad cultural para toda la población ubicada al sur de la capital Xalapa…
En el bicentenario de su trascendente labor espiritual y material entre nosotros, justo es reivindicar y enaltecer su nombre y su legado. ¡Gratitud encendida al Padre Andrés Domínguez, por hacer de su Pueblo de Teocelo la Cuna del Café veracruzano!
Publicado el 11 de Junio de 2015 en «Diario de Xalapa» Sección Cultura. Pág. 3